miércoles, 16 de noviembre de 2016

LOS DELITOS DE CONCIENCIA EN CAROHANA

Por: Juandemaro Querales


Para Juan Páez Ávila  narrar las aberraciones  de una dictadura que se implantó en Venezuela hace 18 años, tarea que lo ocupa actualmente. “Viaje a la Incertidumbre” (2012); “ Palabra de mujer” 2015); “El Refugio del miedo” (2016); cierra una trilogía que recoge el tejido abisal de una  sociedad mantenida enmascarada   en  un neoautoritarismo  militarista, que cambió la faz del viejo Estado Liberal Demo burgués.

En  esta  oportunidad  el autor en  cuestión  centra su  narración en  un medio de comunicación: “El Diario de Carohana” , dirigido  por los abnegados periodistas: Prospero Leal; Modesto Bueno y Emilio Maduro. Sus respectivas historias entrelazadas dan cuenta de la red de corrupción política, militar y económica de una sociedad dominada por el narcotráfico y la delincuencia organizada desde las cárceles a todos los niveles.

Para el creador de extensas narraciones sobre la podredumbre en el mítico lugar de Carohana, el ingreso de la sociedad venezolana a la postmodernidad ha sido una transición traumática, donde la globalidad se expresa en el lavado dinero, en el tráfico de drogas, la venalidad de jueces, fiscales y un ejército cada vez  más corrompido, carente de un sentido de responsabilidad hacia la defensa de la soberanía, muy vulnerada en estos últimos años. Desmoronamiento que se patentiza en la aparición de “carteles” como el de los soles, que configuran la transformación de un Estado clásico a un Estado paria, forajido, execrado por la comunidad internacional.

Sociedad descompuesta asalta los medios informativos, para confiscar  la verdad y mantener a la opinión publica como rehén de una visión única, obediente a una pandilla de forajidos rojiverde. La precariedad para las masas populares, el delito a la disensión y pensar distinto; el desmontaje de las instituciones que servían de contrapeso político en la arquitectura del poder. Aquí  reside el drama esquiliano de la actual nación venezolana que pugna por no extinguirse. Tanto en el texto literario, como en el drama del Orestes de Esquilo, se echa a andar la narración río; son los descastados de la vieja sociedad de Pericles, que arrastran sonámbulo sus pies por oficinas de gobierno, tribunales y guaridas de guerrilleros urbanos, calcados de la subversión colombiana. Solo huyen de sus perseguidores y captores: sicarios y paramilitares pueblan el cielo dantesco del infierno en que estos malos hijos en el gobierno convirtieron la frontera común en el Occidente del territorio.

“El Diario de Carohana” en “El Refugio del miedo” tiene un correlato temporal y por supuesto  en la pequeña historia del diarismo en la Provincia venezolana: “El Diario de Carora”, fundado a  en 1919 por José Herrera Oropeza, en Carora, ciudad colonial, cuya existencia como un Parque Jurásico, se aloja en una capsula detenida en el siglo XVII. José Herrera Oropeza, es Prospero Abril; Antonio  Herrera Oropeza  es Alirio Modesto Bueno. Don José Herrera Oropeza-Chìo Zubillaga; es el tándem que se enfrentaba a Gómez y su tiranía de 27 años, las petroleras y los chácharos tachirenses. Prospero Leal- Modesto Bueno y Emilio Maduro opuestos a toda tropelía y malechurìa, perdieron la pelea contra: el Estado, el cartel de los soles, CONATEL como brazo político del PSUV.

Pàez Avila sigue ahondando  en las verrugas de este endriago autoritario. Como Jorge Franco Autor emblemático colombiano de la llamada novela del narcotráfico, con su obra “Rosario Tijeras”. El biógrafo de “Chío Zubillaga” con su trilogía nos facilita el camino para narrar desde la delincuencia de: Pranes, el Cartel de los soles, de un ejército envilecido por la corrupción, pequeños micro distribuidores de “piedra” de los barrios de Carohana. Drama destemplado que puede ser el de cualquier urbe latinoamericana: donde reina la muerte y la abyección de ingentes comedores de  opio en la línea  de DeQuincey.

Octubre de 2016  


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